Lo que comenzó como el mayor proyecto de electromovilidad aplicada a Uber en Chile terminó con un desplome del 17% en el valor cuota del fondo Ameris Electromovilidad e inversionistas atrapados con autos usados

Los orígenes: capital semilla y primeras promesas
Voltera nació en 2019 de la mano de los ingenieros Blas Barros, Andrés Vergara y José Hurtado, con la misión de democratizar el acceso a la electromovilidad. Según consignó Diario Financiero en 2021, ese año levantaron US$ 300 mil de Guillermo Matta, exgerente de CGE, y comenzaron a importar los primeros vehículos eléctricos desde China.
El negocio atrajo capital fresco en plena pandemia. En julio de 2020 cerraron dos rondas de financiamiento que sumaron US$ 4,2 millones, y entre 2020-2021 alcanzaron un total de US$ 4,5 millones en levantamiento privado. Entre los principales aportantes figuraron Ultraterra, de la familia Von Appen, y Moncuri Energy, vehículo ligado a la Fundación Lepe.
Con ese respaldo, Voltera se presentó como un actor integral de electromovilidad: no solo venta de autos, sino arriendo con opción de compra, seguros, mantenimiento y red de carga. En 2021 ya tenían 50 autos en circulación y anunciaban otros 50, incluyendo el SUV chino Maple, con la meta de multiplicar por cinco la flota en tres años.
La gran apuesta con Ameris
En 2023, Voltera dio un salto mayor: junto a Ameris Capital estructuró el Fondo Ameris Electromovilidad, un vehículo no rescatable a ocho años que pretendía financiar más de 1.000 autos eléctricos para conductores de Uber. La primera fase, de 200 vehículos, se suscribió rápidamente y el fondo alcanzó compromisos por U$45 millones, convirtiéndose en el mayor de su tipo en la región.
La narrativa era potente: Ameris aportaba el músculo financiero, Voltera la operación, y Uber la demanda. El negocio fue presentado como un hito que combinaba rentabilidad y sustentabilidad.
El colapso del modelo
A fines de 2024 el esquema comenzó a fallar. Voltera incumplió los pagos de arriendo pactados con la filial del fondo. Según el hecho esencial entregado por Ameris a la CMF en abril de 2025, la administradora ajustó el valor cuota en -16,8%, golpeando directamente a los aportantes.
La administradora enfrentó entonces un dilema: iniciar acciones legales contra Voltera, con un proceso estimado en hasta cinco años y sin garantías de éxito, o aceptar la flota como pago. Optó por lo segundo: 196 autos eléctricos, con dos años de antigüedad y 50 mil km en promedio, pasaron a formar parte de los activos del fondo.
La asamblea y el enojo de los aportantes
La decisión fue comunicada en una asamblea extraordinaria que tensó aún más la relación entre Ameris y sus inversionistas. Según El Mostrador, en la reunión participaron representantes de BTG Pactual, Credicorp Capital y LarrainVial, quienes actuaron en nombre de sus clientes aportantes y cuestionaron duramente la salida propuesta por la administradora.
Ameris defendió la opción como la menos dañina, argumentando que un litigio habría significado dejar los vehículos inmovilizados y sin flujos por años. Pero el malestar persiste: lo que se había vendido como la vanguardia de la electromovilidad terminó percibiéndose como un lote de autos usados.
Las cifras del derrumbe
Los documentos entregados a la CMF muestran con claridad la magnitud del deterioro financiero del fondo. Según los estados financieros auditados, el patrimonio neto se redujo desde M$6.295.798 en 2023 a M$4.973.331 en 2024, reflejando el impacto directo de los incumplimientos de Voltera y de las sucesivas disminuciones de capital.
El análisis razonado presentado a la Comisión detalla además que la razón corriente —indicador de liquidez— cayó de 425,9 a 197,4 en el mismo período, lo que supone una merma de 53,6% en la capacidad del fondo para enfrentar sus obligaciones de corto plazo. Si bien el resultado del ejercicio 2024 mostró una utilidad de M$726.023, bastante superior a los M$192.348 de 2023, ese número se explicó principalmente por ingresos financieros y no logró revertir la pérdida de valor cuota registrada en abril de 2025.
A esto se suma que, de acuerdo con los hechos relevantes informados a la CMF, durante 2024 se distribuyeron dividendos por más de $600 millones y se aprobaron disminuciones de capital superiores a $1.200 millones, lo que debilitó aún más la base patrimonial del fondo.
Un futuro cuesta arriba
El folleto informativo depositado en la CMF establece que el Ameris Electromovilidad es un fondo no rescatable y con duración de ocho años. Los aportantes no tienen salida anticipada: deberán esperar que la administradora logre recomponer valor con la flota que quedó en sus manos.
Voltera, en tanto, sigue activa como importador de vehículos eléctricos de origen chino (Maple, Livan y Farizon), pero el episodio con Ameris la dejó marcada en el mercado. La confianza de los inversionistas institucionales se resquebrajó y la competencia global en electromovilidad avanza sin esperar.
El apagón de Voltera no solo sepultó la esta apuesta chilena por masificar autos eléctricos a través de un fondo de inversión. También mostró cómo un proyecto que levantó capital, sedujo a grandes nombres y prometió una revolución verde, terminó convertido en un tropiezo más del mercado financiero local.