CMF golpea a Larraín Vial : multa récord por “maquillar” deuda como equity

El regulador sancionó con UF 60.000 a Larraín Vial Activos y con UF 8.000 a STF Capital por inducir a inversionistas a comprar cuotas de un fondo que se presentó como participación en Grupo Patio, cuando eran créditos deteriorados contra sociedades ligadas a los Jalaff.

CMF golpea a Larraín Vial : multa récord por “maquillar” deuda como equity

Un terremoto sacude al mercado de capitales chileno. La Comisión para el Mercado Financiero (CMF) multó con UF 60.000 a Larraín Vial Activos por vender como “participación accionaria” lo que en realidad eran créditos deteriorados contra sociedades de los hermanos Jalaff. La jugada fue simple y brutal: vestir deuda como equity, adornarla con el logo de Grupo Patio y prometer una reestructuración corporativa que jamás existió.

La sanción no quedó ahí. El regulador castigó con UF 15.000 a Claudio Yáñez Fregonara, ex gerente general de la administradora, y con UF 5.000 a cada uno de los exdirectores Andrea Larraín, Sebastián Cereceda, José Correa, Jaime Oliveira y Andrés Bulnes. En paralelo, STF Capital y su exgerente general, Luis Flores, recibieron UF 8.000 cada uno por difundir presentaciones que vendían humo: supuestos aportes “cuantiosos” de Patio que nunca se concretaron.

El corazón del caso está en la Serie B del Fondo de Inversión Capital Estructurado I. Se comercializó bajo un relato de “equity”, con promesas de una NewCo y un futuro brillante. Pero el activo real eran simples reconocimientos de deuda de difícil cobro. No había garantías ni penalidades; solo un marketing que transformó papeles quemados en una historia de crecimiento.

La CMF no solo habló de sobrevaloración de activos y omisión de riesgos materiales. También anunció que enviará los antecedentes al Ministerio Público, apuntando a responsabilidades penales de Álvaro y Antonio Jalaff junto a Cristián Menichetti.

Lo que está en juego no es solo la multa. Es la confianza sistémica en un mercado donde un gestor de primera línea cruzó todas las líneas rojas. Es una gobernanza en entredicho, con directorios que validaron compras a valor nominal pese al riesgo evidente. Es una comercialización agresiva, que usó logos y lenguaje de equity para vender deuda disfrazada. Y es, sobre todo, un golpe reputacional: para los inversionistas institucionales y de alto patrimonio, el costo ya no es solo en UF, sino en credibilidad.