Nicolás Grau, carga con una vieja sombra de su paso por la FECH: un fallido concierto millonario que aún le recuerdan sus críticos.

En Chile, el Ministerio de Hacienda no es cualquier cartera. Es el timón de la política fiscal, el guardián del presupuesto y la voz que los mercados miran para calibrar confianza. Hoy esa responsabilidad está en manos de Nicolás Grau.
El nuevo ministro, según información de la web de su ex ministerio, es doctorado en economía de la Universidad de Pensilvania, ingeniero comercial y magíster de la Universidad de Chile. Hasta febrero del año 2022 se desempeñó como profesor de economía en la misma casa de estudios e investigador adjunto del Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES). Fue también presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) en 2006.
A todas luces un economista que llega con credenciales académicas sólidas, pero también con una mochila que la cual nunca ha logrado sacudirse: su accidentado paso por la presidencia de la FECH.
Era 2006 y Grau, con apenas 23 años, organizó la fiesta del centenario de la federación en el Estadio Nacional. El cartel parecía invencible: Vicentico, Charly García y Los Tres. El negocio se sostenía en un número mágico: 40 mil asistentes. Llegaron solo 15 mil. El resultado: un hoyo financiero de 120 millones de pesos que terminó pagando la Universidad de Chile.
Desde entonces, cada vez que aparece en escena, la derecha surgen los críticos - y algunos en su propio sector - que desempolvan el recuerdo: “el hombre que quebró la FECH”. Respecto del tema, Grau ha asumido el error, lo ha llamado “personal” y asegura haber aprendido de aquello. “Fue una pésima decisión. Teníamos que haberlo externalizado y que una productora asumiera el riesgo”, reconoció años después.
El problema es que ahora ya no se trata de una fiesta universitaria, sino de las arcas del Estado. Y aunque su entorno insiste en que su madurez política y experiencia como ministro de Economía lo avalan, la ironía es inevitable: quien en su juventud no logró equilibrar los números de un recital, hoy es el responsable de sostener la credibilidad fiscal de todo Chile.
El desafío para Grau no será solo cumplir con metas de déficit y coordinar con el Banco Central. Será también convencer a inversionistas, empresarios y a una ciudadanía cada vez más desconfiada de que las finanzas públicas no terminarán como aquel concierto del 2006: con más deudas que aplausos.