La decisión, adoptada por unanimidad del Consejo, se enmarca en un contexto de moderación inflacionaria, señales mixtas desde el exterior y una demanda interna que sigue impulsada por grandes proyectos de inversión

El Consejo del Banco Central de Chile resolvió reducir en 25 puntos base la Tasa de Política Monetaria (TPM), llevándola a 4,75%. La decisión fue adoptada por la unanimidad de sus miembros y responde a una combinación de factores externos e internos que configuran un escenario de cautela, pero con fundamentos estables.
Desde el plano internacional, persiste la incertidumbre derivada de las tensiones comerciales y geopolíticas. Aunque se puso fin al conflicto entre Irán e Israel, continúan vigentes focos de tensión. En paralelo, Estados Unidos ha logrado acuerdos arancelarios con algunas economías, al tiempo que impone nuevos gravámenes, destacando los dirigidos hacia Brasil y el cobre. Esto elevaría el promedio de aranceles por sobre lo contemplado en el IPoM de junio.
A pesar de estos movimientos, los mercados financieros internacionales han reaccionado con mesura. Las tasas de largo plazo en EE.UU. se mantienen elevadas y el dólar sigue depreciado. En las economías emergentes, los movimientos de tasas han sido dispares, mientras que el precio del cobre ha mostrado estabilidad en la Bolsa de Metales de Londres, aunque con aumentos en la Bolsa de Nueva York (Comex). El precio del petróleo, en tanto, ha retrocedido tras el cese de las hostilidades en Medio Oriente.
En el ámbito local, las condiciones financieras se han mantenido relativamente estables. Las tasas de interés no presentan variaciones significativas y el tipo de cambio ha registrado una depreciación del peso chileno. La última Encuesta de Crédito Bancario reportó una demanda aún débil, aunque con señales incipientes de recuperación en el mercado hipotecario.
En términos de actividad, el crecimiento se ha ajustado a lo previsto en el IPoM de junio. El Imacec no minero de mayo creció un 2,4% anual, aunque retrocedió un 0,2% en su serie desestacionalizada, reflejando el agotamiento de algunos impulsos de oferta observados a inicios de año. No obstante, el consumo privado y la inversión —especialmente en grandes proyectos— continúan sosteniendo la demanda interna. El mercado laboral, en contraste, muestra una lenta generación de empleo y un alza en la tasa de desempleo, en un entorno de salarios aún dinámicos.
En cuanto a precios, el IPC de junio sorprendió a la baja con una variación mensual de -0,4%, llevando la inflación anual a 4,1%. La caída se concentró en productos volátiles como alimentos. La inflación subyacente —sin estos componentes— no mostró variación mensual, aunque se ubicó levemente por sobre lo anticipado, con un alza anual de 3,8%. Las expectativas inflacionarias a dos años se mantienen ancladas en 3%.