Banco Central admite empleo precario y crecimiento débil

IPoM confirma el estancamiento de Chile

Banco Central admite: empleo precario y crecimiento débil

El Banco Central presentó su Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre 2025 y, aunque el titular fue la mantención de la tasa en 4,75%, el trasfondo es más incómodo: la economía chilena sigue atrapada en un ciclo de bajo dinamismo, con empleo precario, consumo debilitado e inversión que no logra despegar.

El informe es explícito al señalar que el mercado laboral continúa frágil. La creación de empleos formales avanza con lentitud y lo que crece es principalmente el trabajo informal y por cuenta propia, sin protección ni estabilidad. A esto se suma que las horas trabajadas muestran un avance más débil que en ciclos de recuperación anteriores y que los salarios reales, aunque repuntan por la menor inflación, siguen sin dar el impulso suficiente al consumo.

Esa debilidad laboral se refleja directamente en la demanda interna. El Banco reconoce que el consumo privado cayó con más fuerza de la prevista y que su recuperación será lenta. Hogares con alta carga financiera, crédito caro y un ánimo de confianza que no se estabiliza configuran un panorama en que la demanda sigue en terapia. Comercio y servicios operan con márgenes estrechos, enfrentando a un consumidor más selectivo, que prioriza lo básico y posterga compras de mayor valor.

La inversión tampoco ofrece señales de alivio. La incertidumbre regulatoria, los retrasos en la ejecución de proyectos y un entorno global adverso han restado atractivo a Chile frente a otros destinos. El resultado es un motor apagado que compromete el crecimiento tendencial y confirma la idea de un estancamiento estructural, en el que ni el sector privado se atreve a apostar fuerte.

En el plano de los precios, la autoridad insiste en que la inflación convergerá al 3% recién en 2026, un objetivo que se sigue corriendo en el tiempo. Aunque algunos rubros muestran alivio, los riesgos externos persisten: la volatilidad del petróleo, las tensiones entre Estados Unidos y China y la posibilidad de un dólar fortalecido si la Reserva Federal cambia de rumbo. Incluso el cobre, que debería ser un salvavidas, se mantiene volátil y sin garantía de sostener la actividad.

En este contexto, la decisión de congelar la tasa deja en evidencia las limitaciones de la política monetaria. El Banco Central opta por la cautela, pero reconoce que gran parte del ajuste ya se hizo y que hoy el margen de maniobra es estrecho. Sin una política fiscal contracíclica robusta y con un entorno político incierto, la institución queda expuesta, cargando con expectativas que no puede cumplir en solitario.

En el fondo, el IPoM es más que un documento técnico: es un espejo incómodo de una economía que no logra recuperar tracción. Chile aparece atrapado entre un empleo informal, consumo debilitado y una inversión que no logra asentarse, dependiendo más que nunca de factores externos y de decisiones políticas que siguen postergadas. La “convergencia inflacionaria” que el Banco exhibe como logro no alcanza para disimular un trasfondo de estancamiento que se prolonga.